Como ya habíamos comentado antes, la identidad cultural, no es un factor de exclusión social, mejor dicho no es considerado como tal, por la investigación social.
He aquí un ejemplo de como la identidad cultural puede ser un factor por el cual ser excluido socialmente:
Tras los atentados del 11 de marzo de 2004, en Madrid, la población árabe-musulmana, residente en la capital, vio como por pertenecer a la misma cultura que los autores del atentado, por tener la misma identidad cultural, ciertos sectores minoritarios, pero no por ello menos importantes, de la población madrileña, les señalaban, se levantaban e incluso bajaban del tren al que acababan de subir. No era menor el rechazo que se producía desde algunos medios de comunicación, en los cuales se hicieron declaraciones, en las que se aludía vagamente y de forma indirecta, que el ser musulmán podría significar ser terrorista, con las consecuencias que implica esto, sobre la población, una población mayoritariamente, basada en el pensamiento de los medios de comunicación, manipulada por estos.
En contraposición a esto, está el terrorismo, ya erradicado, del grupo irlandés IRA de ideología católica, por citar un ejemplo de terrorismo llevado a cabo por occidentales, el cual no nos hace encasillarnos a todos los católicos, mejor dicho a todos aquellos que nos hemos criado en un país de cultura católica, y no por esto creemos ser terroristas. Nuestra identidad cultural no la identificamos con el terrorismo. Quizás la investigación social tenga en parte razón, y no sea la identidad cultural un factor de exclusión. Quizás el factor de exclusión sea el miedo que nos genera el considerar como iguales a otras personas pertenecientes a identidades culturales distintas, quizás sea ésta la razón por la cual excluyamos socialmente lo diferente, no por ser diferente, si no por miedo a considerarlo igual.
Mario Arranz Pérez
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