Desde las elecciones autonómicas en Cataluña, el partido popular ha jugado a dos bandas. Por un lado, en Cataluña, han apostado y apuestan en la actualidad por una política xenófoba y de no inclusión de los inmigrantes. Todo comenzó cuando el alcalde de Vic (PP) dijo que no dejaría empadronarse a todos aquellos inmigrantes sin papeles que estuvieran residiendo en su localidad. A esto más tarde, se sumó la candidata a la presidencia de la Generalitat Catalana por el Partido Popular, Sánchez Camacho, que prometió en su campaña acabar con la inmigración ilegal en la región no facilitando el acceso a recursos públicos e incluso con la expulsión de éstos.
Siguiendo en la misma línea diferentes dirigentes del Partido Popular en diversas localidades de Cataluña en sus mítines para las próximas elecciones del 22 de mayo prometen expulsar de sus pueblos o ciudades a todo aquel inmigrante que esté de manera “ilegal”.
Por otro lado, la presidenta conservadora de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, busca de manera desesperada el voto entre la población inmigrante de Madrid así como el presidente del partido, Mariano Rajoy, también apuesta por ello.
La hipocresía de los dirigentes del Partido Popular es tal que no se atreven a contradecir lo que sus colegas de Cataluña prometen con respecto al tema de la inmigración, frente a lo que prometen los dirigentes populares de la Comunidad de Madrid. Unos apuestan por la xenofobia y otros apuestan por el engaño para conseguir el voto.
Mario Arranz Pérez
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