domingo, 15 de mayo de 2011

¿Desintoxicación? Sí, pero no en mi barrio.

Los drogodependientes, personas adictas a cualquier tipo de droga, sufren a diario el rechazo y la intolerancia de miles de ciudadanos, que niegan la reinserción de estos enfermos.
Oímos a menudo noticias sobre el rechazo de la colocación de un centro para drogodependientes en un barrio o zona determinada ya que a los vecinos les “incomoda” esta situación.
¿Qué les incomoda?, ¿ver la realidad de sus calles tan cercana?

Se les acusa de todos los robos, los abusos o destrozos en la ciudad, ellos son los culpables de cualquier acto vandálico o atraco dentro de sus calles, ¿la mejor solución es trasladarles de un barrio a otro? No, la mejor solución es un apoyo y una tolerancia hacia aquellas personas que están padeciendo una gran enfermedad y la cual quieren superar.

Debemos tener en cuenta que este problema no es sólo individual, sino colectivo y de toda la sociedad, por tanto deberíamos tener un compromiso de “no rechazo” a todo el que sufre esta situación, intentar apoyar a las iniciativas que favorezcan la inserción social y laboral y admitir que éste es un problema existente, que por ser escondido no desaparecerá.

Hace unos años, los vecinos del distrito de Las Tablas (Madrid) pusieron en marcha una recogida de firmas en la cual reunían el mayor número de éstas para el rechazo de un centro de drogodependientes. “No tenemos nada en contra del centro, pero sí de su ubicación, ya que se encuentra a pocos metros de las viviendas y próximo al Colegio Calvo Sotelo”, explica Lorenzo Álvarez, de la Asociación de Vecinos de Las Tablas. Aún con sus numerosas quejas el centro a 2011, se abre y éstos vecinos se sienten engañados y sin voz ni voto en su propia ciudad, pero se les ha tranquilizado diciendo: “Los drogodependientes que estén tratándose en el centro estarán en régimen cerrado de residencia. Cuando salgan lo harán acompañados por trabajadores sociales y no se entregará metadona a personas que no estén ingresadas en el centro.”

La opinión de los vecinos de la zona es que ahora se encontrarán más tranquilos y menos preocupados por su familia y por la “alta peligrosidad”, que los que sufren drogodependencia causan; ahora sí, pueden tener la rehabilitación deseada; ahora sí, tienen derecho a una recuperación; están aislados y excluidos en un edificio y si salen lo harán acompañados, ahora estos drogodependientes no son un problema.

¿Será esta la solución para todos los enfermos de nuestra sociedad, sea la patología que sea?

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